jueves, 28 de febrero de 2019

Microcrónica literaria de la 2ª noche de Semifinales del #COMBA2019

El Restaurán estaba prácticamente vacío, solo tres mesas ocupadas, con un total de cuatro comensales y ningún plato sobre ninguna mesa. En la única mesa con dos personas, dos hombres charlaban sobre el problema de uno de ellos:

- ¿Así que lo que quieres que te haga es una tatusucción?
- Eso es, doctor. Tengo el nombre de mi ex novia Mari Carmen tatuado en el pecho y, aunque no pierdo la esperanza de que vuelva, he visto sus últimas actualizaciones de Instagram y no tiene pinta de estar sufriendo. Necesito quitarme ese tatuaje para no tener que acordarme de ella y poner a llorar como un muffin cada vez que me quito la camiseta.
- Te voy a ser sincero, es una operación estética que lleva mucho tiempo y yo justo he cogido vacaciones hoy, me voy una temporada fuera. Pero en cuanto vuelva, te llamo y lo retomamos, ¿te parece?
- No mucho, pero es lo que hay... me pintaré con un permanente encima mientras tanto- y, cambiando de tema, preguntó al compañero-. Oye, ¿no tienes hambre? ¿Cuánto hace que pedimos la comida?
- Más de media hora. Voy a preguntar, ¡camarero! ¿Sale ya nuestra comida?

El camarero se les acercó con gesto ufano y risueño, todo lo contrario que las noticias que les dio:
- Lo suyo eran dos ensaladas, ¿verdad? Están a punto de salir, pero aún tienen que esperar un poco. Entiéndanlo, no es época de lechugas y las acabamos de plantar, así que les costará germinar- los dos amigos iban a contestar enfadados, cuando otro de los comensales también levantó la mano airadamente-. Ah, y cuenten con que, antes de ustedes, estaba aquí Ramón, nuestro fiel cliente; él ha pedido una pierna de cordero, y aún la estamos esquilando, pero queda poco ya, no te preocupes- finalmente, la señora de la tercera mesa también estaba a punto de hablar, pero el camarero se le adelantó- Ajá, y finalmente sepan que Eva ha sido la primera mujer en llegar y nos ha pedido una tarta de manzana. Como se nos han terminado las manzanas, hemos tenido que cambiar la receta ligeramente y se la vamos a hacer de bayas de goji, pero no se preocupe, en cuanto los cocineros sepan cómo diablos se cocina eso, la tendrá.

En cuanto el camarero cerró un segundo la boca, todos los comensales se pusieron a gritar y a quejarse a la vez, en un alboroto insoportable. El escándalo solo se vio superado por otro griterío aún mayor que provenía de la cocina. Todos se callaron y fijaron la vista en la puerta, que se abrió violentamente y salió una chica quitándose el gorro y el delantal de cocinera.
- ¡Me largo de aquí! ¡No solo tengo que aguantar que me traten como a una esclava, haciendo jornadas de más de doce horas y que tenga que obedecer sin rechistar! ¿También tengo que aguantar las tonterías que hace mi compañero en la cocina y que no hacen más que molestar! ¡Pues se acabó! Me voy, no quiero perderme los Carnavales, estas fechas son sagradas y prefiero estar libre que aquí encerrada en este trabajo de...

La última palabra se perdió en la inmensidad de calle, pues la chica estaba ya al otro lado de la puerta cuando la pronunció. Pero todos los que estaban en el restaurante la completaron mentalmente en su cabeza. De pronto, todas las miradas se dirigieron al chico que sostenía un plato humeante en las manos. Agachó la cabeza y volvió a la cocina.
- Ruego disculpen a mi compañero, se sacó la carrera de Física y Química, pero no encuentra trabajo de lo suyo. Trabaja aquí para sacarse unos ahorrillos, pero el problema es que mezcla la cocina con experimentos científicos y al resto de cocineros no les hace mucha gracia. Lo mismo prueba con una nueva técnica de flambeado a base queroseno, que hace unas congelaciones a base de hidrógeno líquido y nos obliga a apagar la calefacción y llevar abrigo allí dentro. De lo que está más orgulloso es de haber inventado las esferificaciones de carne picada, y a nosotros nos da pena decirle que eso son las albóndigas de toda la vida. Ahora que se ha ido la otra chica, y no tiene pinta de volver, tendrá que hacer horas extra y quedarse aquí hasta el final de la semana.

Murmullos entre los comensales, quizás pensando que, a menos cocineros, más iba a tardar su comida. El cirujano fue el primero en levantarse:
- Discúlpenme, grata es la compañía, pero yo hoy empiezo mis vacaciones y no quiero perder el primer día y, a este ritmo, parte del segundo, esperando para comer- se despidió de su amigo y se fue.

- ¿Y ustedes tres? ¿Eva, Ramón, el señor de los pañuelos? ¿Se quedan hasta el final?
- Yo me quedaré un rato más, pero no creo que pueda hasta el final- dijo entre lágrima y lágrima.
- Yo sí que me quedo, pero tráeme unas aceitunas o algo. Ay, qué suerte tienes de que esté cerrado el bar de enfrente...
- Y yo, ni se imaginan a lo que me he tenido que enfrentar a lo largo de la Historia, fui la primera en llegar, la primera en pecar, la primera en sufrir, aunque también fui la primera en probar las cremas antiarrugas, alguna ventaja tenía que tener- miradas de estupefacción entre sus tres interlocutores-... Disculpen, solo quería decir que sí, que me quedo hasta que traigan la comida, no se van a librar de mí tan fácilmente...
- Estupendo, pues voy a cocinas a ver cómo van sus pedidos, mientras tanto, les voy a poner la tele. No pierdan de vista la pantalla, porque lo que saldrá será muy interesante.

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