miércoles, 3 de febrero de 2016

Microcrónica de la 2ª Jornada de Semifinales del #COMBA2016

Buenos días,
Segunda noche de preliminares y el nivel se mantiene en todo lo alto. Va a estar muy difícil acertar la porra para la final del viernes. De momento, lo que os dejamos una nueva microcrónica con nuestra particular visión de las actuaciones de ayer.

Por fin se habían acostado los niños y podía relajarme un rato antes de irme a la cama. Ya eran más de las once de la noche y todos los programa de la tele estaban empezados, así que decidí ver de nuevo una película que me encanta: El Gran Dictador. Ya la había visto la semana pasada, pero es que es muy entretenida, y seguramente la semana que viene la vea otra vez.
Estaba empezando a dar cabezadas en el sofá cuando escuché un grito desde el interior de la casa: "¡papá! ¡que me quieren comer!". Corriendo entré en la habitación de mi hijo, armado con una figurita de Lladró (lo único que encontré por el pasillo...), y vi que el perchero estaba echando sal y pimienta en la cabeza del pequeño. "¡Venga! Fuera de aquí, no te quiero volver a ver", "pero...", "¡ni peros, ni peras! Ahora mismo te subes al tercer piso, que tienen trillizos y fijo que no se nota si les falta alguno". Me dio las gracias y salió de la habitación mientras yo consolaba al pequeño.
Cuando por fin se durmió, volví al salón para recoger e irme a la cama. Y de pronto, suena el timbre, "¿a estas horas?". Abro y me encuentro a dos señores, cuya cara me sonaba. "¿Se acuerda de nosotros? La semana pasada nos dijo que viniéramos a explicarle nuestras ideas". "Disculpen, no recuerdo haberles dicho eso, y estas no son horas". "Lo entendemos, pero díganos, ¿se cree usted el cuento ese de que Dios es uno y trino?". "¡A trinar voy a empezar yo como no se vayan ahora mismo! ¡Que es más de la una de la mañana!". "Como le vemos realmente interesado, le dejamos nuestra tarjeta y usted nos llama, aunque igual nos pasamos en unos días de nuevo. Con personas como usted da gusto tratar, buenas noches". Y cerré totalmente estupefacto...
"Un vasito de agua y a la cama", pensé. Entré en la cocina, cogí un vaso, saludé a la chica del vestido azul que estaba apoyada en la pared, llené el vaso... "Un momento, ¿y usted quién es? ¿Y cómo ha entrado?". "No le puedo decir quién soy, estoy de servicio. He entrado por el conducto de ventilación, obviamente. Y haga el favor de bajar el tono, que no escucho lo que dicen sus vecinos, que son sumamente peligrosos". "Pero si son una pareja de jubilados de lo más simpático", "sí, pero se comenta que trafican con pastillas, concretamente tranquilizantes". Lo que me faltaba... "¿y se va a quedar mucho tiempo?". "Pues lo que tarde en encontrar alguna pista, quizás hasta hoy, quizás hasta el viernes...". "Haga lo que quiera, pero no rompa nada y no haga ruido al marcharse". "Gracias, buenas noches".
¡Vaya nochecita! Por fin me metí en la cama, dispuesto a dormir unas pocas horas. A los pocos minutos, empiezo a oír unos ruidos que vienen de la calle. "No puede ser". Un grupo de... mamarrachos, porque no tienen otro nombre, cantando a pleno pulmón debajo de mi ventana. Estuve esperando un rato por si se aburrían y se iban, pero no hubo forma, tenía pinta de que iban a quedarse allí bastante tiempo. Pensé en llamar a la Policía, pero lo más probable es que volvieran al día siguiente y la volvieran a montar. Así que opté por lo más inteligente: me puse un antifaz y un gorro y me bajé a la calle para unirme a ellos.

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