jueves, 28 de enero de 2016

Microcrónica de la 3ª Jornada de Preliminares del #COMBA2016

Buenos días,
Un día más, os dejamos nuestra particular y peculiar micrcrónica de la tercera noche de Preliminares (aunque cada vez es menos "micro"):

Me desperté temprano aquella mañana y, no sé por qué, me entró antojo de churros para desayunar. Me levanté con cuidado de no hacer ruido para no molestar a mi mujer y mi hijo y salí a la calle.
A pesar de lo pronto que era, ya había cola dentro del establecimiento, así que me entretuve escuchando a escondidas la conversación de las dos señoras que tenía delante.
- Pues lo que te cuento, que a ver si me atienden pronto, que todavía tengo que barrer, fregar, quitar el polvo, hacer la comida, limpiar los cristales...- comentaba un ama de casa que no se había cambiado ni las zapatillas de felpa para bajar a comprar-. Eso sí, siempre con música para coger el ritmo y acabar antes.
- Qué vitalidad tienes, hija mía- le contestó una señora anciana que parecía que tenía más años que Matusalén-. Yo prefiero estarme sentada y mirar todo lo que pasa, a ver si me gusta algo. ¡Y casi nunca me gusta! Claro, me veo en la obligación moral de criticarlo.
- Huy, yo también suelo criticar bastante, podríamos quedar y criticar juntas más tarde.
- Lo veo difícil, a mí habitualmente solo me suelen dejar salir una vez. Pero creo que esta vez me podré escapar nuevamente- dijo la anciana.
- Yo normalmente no tengo problemas para salir dos veces, pero esta vez no sé cómo lo tendré para volver a bajar, y...
- Señoras, creo que es su turno- tuve que avisarles de que les tocaba, pues seguían enfrascadas en lo suyo.

Mientras seguía esperando pacientemente, entró otra chica, con una bata blanca de oculista y resopló al ver la cola en la churrería. Se me acercó y, un poco tímida, me dijo:
- Disculpe, ¿me podría dejar pasar? Se me ha hecho tarde, tengo que abrir la óptica, vengo de casa sin desayunar...
- Pase, pase, no hay problema, yo no tengo prisa y no pasa nada si espero un poco más.
- Muchas gracias, de verdad. No puedo permitirme estos descuidos a la hora de abrir el establecimiento, llevo tiempo peleando por un ascenso y que me amplíen el contrato a dos turnos, pero ya no sé qué hacer para que me lo den. Ah, y si necesita algo de allí, pregunte por mí. Ay, me toca pedir ya. Lo dicho, mil gracias.

- ¿Qué desea?- me preguntó el churrero cuando por fin se terminó la cola.
- Una rosca de porras, por favor- le pedí y, cuando se dio la vuelta sonreí pensando qué cara hubiera puesto si le hubiera pedido una hamburguesa doble-. ¿Por las tardes también abrís?
- Qué va, nosotros siempre abrimos una vez al día nada más. Nos encanta venir a trabajar aquí, pero también nos gusta estar por la calle repartiendo por los bares.
- Es una buena visión. Aquí tiene el dinero. Muchas gracias y hasta otra.

Cuando llegué al portal, me encontré a una par de señores muy arreglados con un unos maletines que, amablemente me pidieron si les podía dejar pasar y si tenía unos minutos.
- Pueden pasar a hablar con otros vecinos, pero yo tengo a mi familia esperando para desayunar y se me enfrían los churros.
- Entendemos. Verá, nosotros somos Testigos de Jehová y queríamos explicarle varias cosas que seguro que usted desconoce del origen del mundo y de la vida después de la muerte.
- Son muy amables, pero les repito que tengo prisa- intentaba escaquearme hacia el ascensor.
- Perfectamente, pero ¿sabe usted lo que decía Jehová acerca del materialismo y, en concreto, del consumo excesivo de las grasas saturadas?-.
¿Mande? No necesité escuchar más. Me metí en el ascensor y cerré a toda prisa la puerta. Aún así, fueron rápidos para meter un folleto por la ranura y gritarme:
- Le vemos realmente interesado, volveremos dos días más para seguir explicándole.

Cuando por fin entré en casa, mi mujer estaba ya levantada, en el salón tratando de consolar a nuestro hijo.
- Tienes que hacer algo, otra vez han aparecido los cocos y han intentado comerse a Pablito.
- ¿Quién ha sido esta vez?
- La pelusa y el peluche. Menos mal que guardaba un trozo de oreja que le arranqué esta mañana a Manolito de un mordisco y se lo tiré para que me dejaran. Pero me han dicho que van a volver otro día y que, si consiguen mejorar algunas cosas, incluso pueden ser dos días.
- No te preocupes, le podremos solución, mientras sea de día no te preocupes por ellos.
- Gracias, papá.
- Y ahora, ¿quién quiere unos ricos churros para desayunar?

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