miércoles, 7 de febrero de 2018

Microcrónica literaria de la 2ª noche de Semifinales del #COMBA2018

- ¡Buenas tardes! ¡Bienvenidos a este nuevo espectáculo de nuestro circo! Esta Compañía está deseando mostrarles a ustedes lo que llevamos tanto tiempo preparando, apenas llevamos unas pocas funciones, pero esperamos que un público tan preparado como ustedes sepa apreciar nuestro trabajo. Sin más, les dejamos con el primer número: ¡nuestro mago!
El director de la pista se marchó entre aplausos y dejó paso al ilusionista, vestido con levita y chistera. Tras presentarse, pidió un voluntario y escogió al único que no levantó la mano.
- Buenas tardes, ¿le gustan a usted los trucos?
- Psé, si no los entiendo, no, y si los entiendo, pierden la gracia.
- Qué gracioso el caballero. Bien, empecemos por un clásico, ¿quiere ver aparecer un conejo de este sombrero?
- Boh, ¿el del conejo? Ese ya me lo sé, lo tienes escondido en el...
- ¡Y un fuerte aplauso para el señor, que ya vuelve a su sitio!- interrumpió el mago antes de que desvelase el truco, y luego añadió por lo bajinis- será jediondo el tío...
- Te he oído, y que sepas que me voy a quedar aquí toda la función. Y también tengo entradas para la siguiente- replicó el hombre de abrigo negro y cara de amargado.

El mago pudo terminar su número y se dio paso a la siguiente actuación: los acróbatas, realizando saltos imposibles y toda clase de piruetas. Mientras, en la segunda fila, dos madres muy diferentes que habían llevado a sus hijos cuchicheaban:
- Me encantan estos números modernos, donde se aprecia el arte, la esencia, se transmite un mensaje con cada salto. Toma Jonathan, comete el Tigretón de soja.
- Pues donde se pongan los clásicos domadores de leones de toda la vida, que se quite esto. Silverio, toma el bocata de chóped.
- Mañana voy al concierto de Maluma, que me encanta.
- Yo también voy mañana a un recital, de José Luis Perales.
- Pero el viernes volvemos aquí, ¿no?
- Eso por descontado.

Llegó el descanso y, mientras fumaban un cigarro en la puerta, dos amigas comentaban la función:
- Me está gustando mucho, los artistas son muy jóvenes y se les ve un gran futuro.
- Estoy de acuerdo, Rocío. Tienen arte, gracia, valentía, pronto serán artistas consagrados.
- ¿Pero sabes qué es lo que más me gusta? Que la mayoría sean chicas. ¡Las mujeres al poder! Este tiene que ser el reflejo de nuestra sociedad.
- Qué feminista te has vuelto últimamente. Me parece muy bien, pero yo creo que, si se les enseña desde pequeños, a estos niños no habrá que explicarles  nada sobre el feminismo y que ellos solos verán la igualdad como natural. Una pena no tener entradas para la siguiente función.
- Qué razón tienes. ¡Corre, que ya suena la música y creo que vienen los funambulistas!

Efectivamente, una chica subida a una plataforma a gran altura estaba dispuesta a andar sobre una cuerda sin más ayuda que su equilibrio. Nadie hablaba. Todo el público contenía la respiración. Un único pensamiento recorría las mentes de todos los espectadores: "Dios mío, Dios mío...". Tan fuerte fue esa proclama que, de pronto, la carpa se iluminó y el mismísimo Dios se personó allí.
- ¿Me llamabais? Me ha parecido sentir una invocación. ¿Nadie? Ah, ya sé lo que ha pasado, esta pobre chica se va a arriesgar, no queréis que le pase nada y os habéis acordado de mí, ¿no? Ya me ha pasado esto más veces. Pero mira, me ha caído bien esta compañía, me voy a quedar a mirar, y también en la próxima, ya que estamos. Por favor, chiquilla, adelante, que seguro que lo consigues.

Número tras número, la función llegaba a su fin y, cuándo el director saltó a la pista para despedirse, un espontáneo saltó a la pista y pidió el micrófono.
- Señor, se le ve un poco perjudicado y tiene mala cara, como un color verdoso, pero aquí tiene el micrófono.
- Yo estoy, hip, perfectamente. Bueno, confieso que llevo dos copas de más, pero voy a aprovechar que es la última vez que voy a estar aquí esta temporada y que los borrachos nunca mienten para deciros, hip, como si fuera vuestra conciencia, que sigáis adelante persiguiendo vuestro sueño. Que si, hip, queréis llegar donde vuestros ídolos están ahora, tenéis que trabajar, pero también tenéis que mantener la ilusión. De nada vale esforzarse en algo en lo que no creéis y, sobre todo, rodeaos siempre de vuestros, hip, amigos y seres queridos. Si alcanzar un objetivo es gratificante, lo es mucho más si estás rodeado de la gente que queréis. Vais por el buen camino, chicos, pero no os confiéis: innovad, pensad, entrenad, practicad y, sobre todo, divertíos, así consigueréis todo lo que os propongáis. Y ahora, ¡un aplauso para estos chicos! ¡Salud!

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